El último Sinsajo.: Reseña: Rastro, de Maggie Stiefvater.

AVISO: Puede contener spoilers de Temblor..
Título: Rastro.
Título original: Linger.
Autor: Maggie Stiefvater.
Saga: Los lobos de Mercy Falls (2/3).
Páginas: 430.
Año: 2010.
Editorial: SM.

Por más que lo desees, es imposible detener el tiempo: pasa y lo cambia todo. Y lo malo es que te arrastra contigo.

El invierno ha acabado. Para algunos es una época de cambios. De transformaciones.

Pero solo para algunos. Sam sigue siendo Sam. Cole sigue siendo Cole. Isabel no sabelo que quiere, pero sigue siendo quien es. Solo Grace no está a gusto en su propia piel.

Primavera: una estación de historias que empiezan y de otras que terminan. De despedidas. De abandonos.

Pero todo abandono deja un rastro.

La primera vez que leí este libro lo dejé a medias porque no acababa de atraparme; sin embargo, esta vez ha conseguido que continuara leyendo hasta la última página. No sé qué ocurrió la primera vez, pero lo cierto es que me aburrió. Es verdad que es bastante lento y no pasa gran cosa, pero me ha encantado tanto como la primera parte.

De nuevo, tenemos como narradores a Grace, la chica a la que mordieron los lobos pero no se transformó, y a Sam, el chico lobo que encontró la cura y se convirtió en humano. Lo que destacaré de Sam es su pesimismo y su cansancio constante. No sé qué demonios le pasa, pero su visión hacia el mundo está en blanco y negro, cargada de negatividad. No ha logrado gustarme tanto como al principio; de hecho, qué ganas tenía yo de sacudirle pero bien. A diferencia de Temblor, en Rastro tenemos dos narradores más que adquieren más protagonismo que en la primera parte de esta trilogía: Cole e Isabel. Mientras que del primero no teníamos más idea de que era uno de los lobos nuevos, de Isabel sabemos mucho más; en esta segunda parte, descubriremos más acerca de esta chica que aparenta diferencia pero que no la siente, ya que tiene más sentimientos de los que deja entrever a los demás.

No diré nada sobre Grace, Sam e Isabel, ya que sabemos lo suficiente acerca de ellos, pero sí que hablaré de Cole St. Clair. Si digo que me ha llegado más que Sam no miento, y es que este chico tiene algo que te hace cogerle cariño aunque él evite justamente eso. Dicen que tiene la belleza típica de un cantante de rock, y lo cierto es que Cole es el alma de NARKOTIKA, el grupo de rock que tanto éxito tiene. Aunque, al igual que Isabel, intente ocultar sus sentimientos, los tiene, muy al fondo, pero los tiene. Para él, convertise en lobo es lo más importante, ya que no soporta ser quien es. Intenta olvidar su pasado, que transcurre entre drogas, alcohol y chicas. Quizás sea el hecho de que está roto por dentro lo que le ha dejado que se meta en mi corazón, pero hay momentos en los que me gustaría entrar en el libro —o que él saliera, no me quejaría tampoco— para poder abrazarle y decirle que todo saldrá bien. Conocemos también a su mejor amigo, Viktor, convertido también en lobo, pero no tiene mucho protagonismo que se diga, exceptuando el final trágico que tuvo y que me dejó bastante pasmada.

En esta trilogía, no hay malos propiamente dichos: está Tom Culpeper, quien disfruta con la caza de los lobos, pero tampoco podemos considerarlo como el villano de Mercy Falls, a pesar de que le odio bastante por lo que quiere hacerle a la manada. Pero quien me ha caído realmente mal en Rastro han sido los padres de Grace, quienes intentan que su hija y Sam dejen de verse. Vale, sí, se preocupan por el bienestar de Grace, pero, ¿cómo pueden ser tan hipócritas? No se preocupan por ella en 17 años, y cuando aparece un chico, ¡zas! Intentan ser los padres del siglo. No. Simplemente no.

Como he dicho, el ritmo del libro es lento; ocurren cosas que desencadenan el final, donde transcurre toda la acción. Entiendo las críticas hacia Rastro, ya que a mí me gusta que la acción se dosifique a lo largo de todo el libro y no se acumule en el final; eso le quita puntos. Aún así, la maravilla que crea Maggie Stiefvater con las palabras sigue estando en esta segunda entrega, enamorando con personajes sencillos pero decididos, tejiendo una historia de amor, amistad, familia, lealtad y mucho más.